Es un espejo doloroso, pero que vale la pena mirar para arreglarlo, afirmó la ministra de Salud Soledad Barría, al conocer los resultados del tercer Estudio de Maltrato Infantil 2006 del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
La muestra arrojó que el 75,3 por ciento de los niños y niñas en Chile es víctima de algún tipo de violencia física y/o sicológica de parte de sus padres. Ese alto índice se desglosa en 25,9 en violencia física grave, 27,9 leve y 21,4 en tormenta sicológica.
Barría, invitada a la conferencia donde se dieron a conocer los resultados, se mostró preocupada y comparó estas cifras con la situación que también viven las mujeres. «Es la misma violencia intrafamiliar que mata a una mujer cada semana en nuestro país», apuntó.
La secretaria de Estado dijo que es necesario buscar las raíces de esta violencia porque es la causa de muchos problemas, presentes y futuros, como la drogadicción, el alcoholismo y la delincuencia.
El estudio desmitifica que el problema de la violencia familiar sea propio de los pobres. «Los resultados demuestran que las brechas se han acercado. Es decir, la violencia es democrática: cruza todos los estratos sociales», comentó Egidio Crotti, representante de UNICEF en Chile.
Al comparar los resultados con los estudios anteriores, también se aprecia un aumento sostenido de violencia sicológica -14,5 por ciento en 1994, 19,7 en 2000 y 21,4 en 2006-, que también crece a medida que sube el estrato: 17,4 en el bajo, 23,7 en el medio y 25 en el alto.
UNA EPIDEMIA
El estudio da cuenta de la relación que existe entre la violencia entre padres y la ejercida en los niños. En más de la mitad de los casos de los menores que viven violencia física grave, existe violencia entre sus progenitores.
«No estamos criminalizando a la familia, explicó Crotti, sino que estamos buscando instrumentos para que los conflictos al interior de ellas no se transformen en violencia».
Asimismo, el estudio constata que los niños que reciben maltrato físico grave tienden a justificar la violencia: más de la mitad de los menores que son víctima de violencia física grave, la aprueba, mientras que sólo uno de cada tres que no recibe maltrato está de acuerdo con el castigo físico.
Otra conclusión apunta a que existe un porcentaje mayor de niños y niñas con bajo rendimiento escolar entre aquellos que sufren violencia física (44,9), en comparación con los que no la sufren (38,3).
El maltrato no sólo afecta el rendimiento, sino también las relaciones interpersonales con el entorno, llámense profesores, compañeros o padres.
También, casi dos de cada tres que consumen medicamento por hiperactividad o déficit atencional sufren violencia física leve o grave.
La pregunta que todos se hacen es por qué no se logran bajar estos índices de violencia hacia los menores. «No podemos decir que no se ha hecho nada», dijo Crotti apuntando a las campañas anuales y los cambios en el sistema legislativo.
Sin embargo, su hipótesis es que «no nos hemos dado cuenta de que es un problema epidémico y que hay que tratar como tal apuntando más a la prevención y no tanto a la penalización».
EXPLOTACION SEXUAL: LA OTRA CARA
Mientras tanto, bajo el lema «No hay excusas. El comercio sexual con personas menores de 18 años es un crimen», la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y ONG Raíces lanzaron recientemente una campaña contra la explotación sexual de niños y adolescentes.
El propósito de la iniciativa es generar en la ciudadanía una actitud consciente respecto a la extrema vulneración de derechos que padecen los niños, niñas y adolescentes y llamar la atención a una sociedad que tolera y naturaliza este tipo de explotación.
La actividad, realizada en el Museo de Bellas Artes, se inició con un monólogo a cargo de la dramaturga Malú Jiménez y la actriz Sandra Jara, y continuó con intervenciones de representantes de instituciones de gobierno, universidades, sindicatos, ONGs, empresarios y diputados.
Guillermo Miranda, director de la Oficina Subregional para el Cono Sur de América Latina de OIT, señaló que la explotación sexual de niños y adolescentes, además de ser una violación severa de los derechos humanos, transgrede las disposiciones de varios instrumentos internacionales.
Entre estas se encuentran el Convenio de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y el Convenio 182 de la OIT, sobre las peores formas de trabajo infantil, que instan a los países que lo suscriben a «no tolerar que sigan aumentando las víctimas de este moderno tipo de esclavitud».
«Nos interesa involucrar activamente a distintos actores sociales en la prevención y la generación de conciencia respecto a la situación de los niños, niñas y adolescentes víctimas de este ultraje», sostuvo Denisse Araya, secretario general de la ONG Raices.
Subrayó que es responsabilidad de los adultos brindarles espacios de protección, así como oportunidades de reparación frente al profundo daño físico, psicológico, social que la explotación sexual les ha provocado.
Los actores comprometidos se mostraron dispuestos a aportar permanentemente en la difusión de esta problemática.
«Pienso que es necesario que se hable del tema en todas partes, y también que esto sea denunciado, es por ello que la gente puede llamar a Carabineros de Chile o al Servicio Nacional de Menores», indicó Francisco Melo, otro de los expertos participantes.
En tanto, el diputado Patricio Walker, promotor de nueva ley que combate la pedofilia, se comprometió a gestionar el aumento de recursos para implementar los programas de prevención y protección necesarios para rescatar de la vulnerabilidad a miles de niños en el país.
Walker señaló que se requieren cuatro mil millones de pesos (unos 7,5 millones de dólares) para atender a la totalidad de los menores vulnerables. «Esta sería una forma de retirar de las calles a los niñas y niños que hoy son presa fácil de los proxenetas», puntualizó.
LA VIOLENCIA ES LO COTIDIANO
La tarea, en cualquiera de los casos, no resulta fácil. Se trata de menores que han vivido en una situación de pobreza extrema, de desamor, de pérdida de esperanza, y de violencia permanente.
Muchos ostentan verdaderos récord en experiencias traumáticas. «Todos los menores que han pasado por nuestros centros de acogida han sufrido abuso sexual a los seis o ocho años, y en un 80 por ciento ha declarado que fue un cercano a la familia o un pariente», explica Araya.
Los testimonios que entregan a sus tutores lo confirman: «Yo tenía mucha confianza en mi tío y un día me invitó donde un amigo de él. Yo no sabía a lo que iba. Ese hombre me violó y me golpeó y mi tío recibió 5 lucas (unos nueva dólares) por mí», reveló una de las víctimas, de apenas 15 años.
Si bien la pobreza es un factor, no es el único. A la falta de dinero y comida se unen, siempre, familias negligentes. Y mucho, mucho maltrato.
«Son padres que no se hacen cargo, madres que cambian de pareja constantemente, familias de delincuentes. Sin contar que en un 60 por ciento de los casos hay serios problemas de drogadicción y alcoholismo», indica Araya.
Según la experta, invisibles y despreciados, los niños aprenden a temprana edad a desarrollar una serie de patrones de conductas que atentan contra sí mismos y que permiten el abuso, el maltrato y la manipulación de parte de los adultos.
Los adultos son los enemigos. Y nunca dan algo sin pedir algo a cambio. Romper esa visión de las relaciones humanas durante la etapa de reparación es lo más complejo, sostiene.
De allí que crear vínculos con el niño -agrega- es lo central, lo básico. La incondicionalidad de los afectos también. Especialmente cuando entienden que no son culpables de lo que han vivido.
Por Angel Pino. El autor es periodista de Prensa Latina.
Santiago de chile, 29 de noviembre 2006
Crónica Digital
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