La pobreza en América Latina afecta al cierre de 2006 a 205 millones de personas, equivalentes al 38,5 por ciento de la población de la zona, indica el resumen anual de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL).
Una de las manifestaciones más evidentes de este flagelo es el hambre crónica o desnutrición, que golpea particularmente a los niños latinoamericanos.
Este azote limita permanentemente el crecimiento intelectual y el desarrollo físico de los niños, los hace menos resistentes a las enfermedades, no pueden concentrarse en la escuela, y por consiguiente serán menos productivos en la adultez, con lo que se perpetuará el ciclo de la pobreza.
Los más de 8,8 millones de infantes desnutridos, es decir, el 16 por ciento de la población menor de cinco años, podrían comprometer el futuro de la región, apuntan datos de la CEPAL.
Sin embargo, según expertos, con sólo 0,19 centavos de dólar al día se podría eliminar la hambruna infantil, pero lo cierto es que los pobres de América Latina, como parte del gran ejército de pobres del mundo, carecen de esa ínfima cantidad para revertir el problema.
La desesperación que supone esta realidad lanza cada día a cientos de miles de familias al abandono de sus naciones.
Muchos van del campo a las ciudades, hacia otros estados del área, pero el sueño más anhelado es ir tras los cantos de sirenas de los países desarrollados, particularmente de Estados Unidos, que con un muro pretende frenar este fenómeno, en gran medida impulsado por sus administraciones.
En ese intento, víctimas de los llamados coyotes y narcotraficantes, miles de personas sufren estafas, atracos, violaciones, e incluso muchos son asesinados.
Solo en Honduras, este año, han muerto 156 hondureños en su intento por llegar a EE.UU. mientras 52 resultaron heridos y 24 mutilados en diferentes accidentes.
Y es que la falta de democracia y de libertad económica de los pueblos para producir y consumir, la corrupción, el mercado negro, el sistema bancario y las leyes laborales engendran estas problemáticas.
Un estudio de la Comisión Latinoamericana y del Caribe sobre el Desarrollo Social constata que hay más mujeres que hombres en situación de pobreza.
Los hogares monoparentales, mayoritariamente encabezados por féminas, sufren desventajas vinculadas con la carencia de empleos, y los bajos salarios.
A pesar de que las latinoamericanas han alcanzado niveles de escolaridad superiores a los hombres, sufren con mayor severidad el desempleo, además, incluso en puestos similares y con la misma experiencia laboral sus remuneraciones suelen ser inferiores a las de ellos.
Asimismo, la segregación también alcanza a los grupos étnicos. La población negra de América Latina y el Caribe es casi cuatro veces mayor que la de los pueblos originarios de la región, detalla un informe de la Comisión Científica del programa La Ruta del Esclavo del Fondo de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura.
A diferencia de los indígenas, que se calcula en unos 40 millones, los 150 millones de afrodescendientes tienen escaso poder político y su situación recibe poca atención en foros internacionales e investigaciones académicas.
Una obvia «invisibilización del problema negro».
En Brasil, la población blanca es 2,5 veces más rica que la negra, en Colombia el 80 por ciento de los afrodescendientes viven en la pobreza extrema, igual ocurre en la Mosquitia hondureña, donde casi la totalidad de los garífunas viven en la pobreza y parecen olvidados entre los parajes de esa exuberante naturaleza.
Pero una de las manifestaciones más graves de la pobreza, es el trabajo infantil, que tiene involucrado a 5,7 millones de niños entre cinco y 14 años, y según datos de Organización Internacional del Trabajo, ésta es una de las regiones donde más disminuyó ese indicador.
El secretario ejecutivo de la CEPAL, el argentino José Machinea, puntualizó que la pobreza disminuyó de un 43 a 40 por ciento en 2006 y la indigencia de un 19 a 15 por ciento. La cifra alcanzada en término de progreso no se lograba desde hace 25 años.
Las mejoras más significativas se materializaron en Argentina, que redujo notablemente su pobreza desde un 45 por ciento en el período 2000-2002 a un 26 en 2002-2005.
En los períodos comparados por la CEPAL, en Venezuela la pobreza disminuyó del 48,6 por ciento en 2000-2002, al 37 entre 2002 y 2005. Asimismo, Colombia, Ecuador, México y Perú presentaron descensos de cerca de cuatro puntos porcentuales.
No obstante, este flagelo lacera cada día a quienes por su condición no pueden ni siquiera alcanzar una educación con calidad ni acceder a los servicios públicos.
En la actualidad República Dominicana y Uruguay son los únicos países donde tanto la pobreza como la indigencia aumentaron, señaló Machinea.
La fuerte desigualdad se ubica en niveles escalofriantes, por eso, cansada de las políticas neoliberales que han ensanchado la brecha entre ricos y pobres, América Latia resurge de sí misma. El 2006 ha puesto en jaque a los constructores de la pobreza.
La muestra, Venezuela, con sus indetenibles programas sociales, Argentina, con su no rotundo a los organismos financieros internacionales, Bolivia, con un verdadero líder de pueblo por primera vez en la historia de América, así como los triunfos de Daniel Ortega, en Nicaragua, y del economista Rafael Correa, en Ecuador.
Por Reina Magdariaga Larduet *La autora es periodista de la Redacción de América Latina y el Caribe de Prensa Latina.
Santiago de Chile, 20 de diciembre 2006
Crónica Digital
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