Más allá de su equipo ministerial paritario y de las supuestas caras nuevas -muchas de ellas vinculadas al poder desde hace tiempo- lo interesante es constatar que no existe posibilidad de cambio ni mejora en la situación de millones de chilenos en los próximos cuatro años.
Chile posee hoy la undécima economía más desigual del mundo. Según cifras del Servicio de Impuestos Internos, el 85% de los chilenos tiene una renta mensual que no supera los 350 mil pesos y una familia del 20% más pobre de la población vive con 75 mil pesos al mes. Ésta es la escandalosa distribución de los ingresos de la cual tanto se habló durante la campaña presidencial. Sin embargo, Bachelet no pretende modificar en absoluto una estrategia de desarrollo económico capaz de generar tanta injusticia social.
Así lo demostró al nombrar como ministro de Hacienda a Andrés Velasco. Este economista de Yale posee un vasto currículo académico, con cátedra vitalicia en Harvard incluida. Es un fiel representante del neoliberalismo estadounidense y un aplicado discípulo de Alejandro Foxley, el titular de Relaciones Exteriores, que bregará por terminar de convertir a Cancillería en una secretaría técnica especializada en Tratados de Libre Comercio.
Velasco cree fielmente en el libre mercado, en la liberalización de capitales y en la inversión extranjera. Mantendrá el superavit fiscal estructural y por nada del mundo subirá la carga tributaria al empresariado, que ya alabó con pomposos elogios su nominación. Es decir, los grandes grupos económicos pueden estar tranquilos, tal como lo afirmó Andrónico Luksic quien dijo que el gabinete de Bachelet es de excepción. Luksic sabe que llegó a Hacienda un buen administrador del actual modelo, es decir, sus utilidades exorbitantes están aseguradas por cuatro años más.
Según el profesor vitalicio de Harvard -como llama la prensa a Velasco-, el modelo neoliberal ha funcionado muy bien, ha logrado crecimiento económico sostenido, bajas en la pobreza y cuenta con un gran apoyo de la población. Pero el futuro ministro se equivoca, porque el modelo ha funcionado muy bien sólo para un reducido porcentaje de la población. Velasco olvida que más de 4 millones de chilenos viven con 130 mil pesos al mes, mientras Luksic, Matte o Angelini superan la barrera de los 500 millones de pesos diarios en ganancias. Para ellos sí que ha operado el modelo a la perfección.
En cambio, para la gran mayoría de la población el esquema neoliberal no es más que un constante agobio. Tal como lo confirmó la Encuesta de Subjetividad de los chilenos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo Humano (PNUD), donde el 74% de los entrevistados manifestó sentimientos negativos (inseguridad, enojo, pérdida) hacia el modelo económico imperante. No sé cual es el apoyo del que habla Velasco, quizás confunde a la población de Chile con el pequeño número de empresarios que llega a Casa Piedra en cada uno de sus seminarios insulsos.
El futuro ministro de Hacienda también se refiere a la reducción de la pobreza, pero al parecer en sus cálculos macroeconómicos -aprendidos en Harvard, por cierto- no considera que en Chile apenas con 43 mil pesos al mes una persona deja de ser considerada pobre. Ciertamente, el modelo ha funcionado bien, pero sólo para la elite, esa misma elite que aplaude de pie el nombramiento de Velasco, para desgracia de la mayoría de los chilenos.
Por Marcel Claude. El autor es Economista
Director de Oceana, Oficina para América del Sur y Antártica.
Santiago de Chile, 7 de febrero 2006
Crónica Digital
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