A este respecto, las cifras consideradas en términos absolutos reflejan a lo menos unan situación de «equilibrio catastrófico» entre las postulaciones de Venezuela y Guatemala, puesto que luego de diez votaciones sucesivas ninguno de los dos países obtuvo la cantidad de votos suficientes para ser electo al Consejo de Seguridad.
En término todavía numéricos, pero más específicos, los datos muestran que Guatemala obtuvo un promedio de 106 votos, contra 80,3 de Venezuela: es decir, con una diferencia cercana a las 25 adhesiones. Más importante aún, a partir de la quinta votación la distancia se estrechó en forma considerable, reduciéndose a 20: el candidato de los Estados Unidos logró 103 y Caracas, 83.
Lo interesante es que en las últimas cinco votaciones registradas cuando «La Segunda» ya estaba en circulación la diferencia disminuyó sólo a 16,6. En la sexta ronda hubo empate a 93 votos y en la séptima la relación fue 96 para Guatemala y 89 para Venezuela.
Habría que preguntarse si el escenario descrito puede caracterizarse como «amplia derrota» para el Gobierno de Venezuela.
El cuestionamiento al vespertino del Grupo Edwards se hace más notorio si el análisis se extiende a sus dimensiones cualitativas.
¿Puede señalarse que es una «amplia victoria» para los Estados Unidos, la todopoderosa potencia del mundo unipolar, no ser capaz de imponer su candidato luego de diez votaciones y lograr una diferencia de apenas 25 votos por sobre un país del llamado «Tercer Mundo»?
¿Puede considerarse aquello como una «amplia victoria», luego que Washington desplegó todo su poder e influencias para atravesarse en la postulación de Venezuela, tanto durante el período previo como en la votación misma, con el mismo embajador de Estados Unidos, John Bolton, presionando a las diferentes naciones, incluso sentándose al lado de algunos países pequeños?
A su salida de la tercera ronda de votos, Bolton comentó en tono irónico que la votación apenas había comenzado y recordó que estuvo 31 días en la Florida durante la batalla de reconteo de votos en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos en el que George W. Bush logró su victoria. Esta alusión no fue gratuita: nadie ignora el escandaloso fraude que entonces ejecutaron los republicanos.
En ese sentido, parece tener razón el Vicepresidente de Venezuela, José Vicente Rangel, al señalar que cualquiera que sea el resultado Venezuela «ya ha ganado la batalla».
¿Si David sólo le hubiera empatado a Goliat, podría hablarse de «amplia derrota»?…
Santiago de Chile, 17 de octubre de 2006.
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