La presentación del sexto volumen de la saga de la británica Joanne K. Rowling no descuidó ni el más mínimo detalle, incluyendo tres versiones para el mundo hispano: una destinada a España, otra a Suramérica y una tercera para el resto de América Latina.
La de España se titula El secreto mejor guardado, y las restantes Harry Potter y el secreto del príncipe.
Cada una con los modismos de esas regiones del mundo. Cada una con tapa dura y papel reciclado -como lo recomendó su autora, preocupada por los daños ecológicos-, pero todas con un mismo precio, el equivalente, en las distintas monedas, a una cifra idéntica: 20 dólares.
Según reportan los medios impresos y televisivos, las iniciativas para atraer a la mayor cantidad de compradores posibles fluyeron como un surtidor en Iberoamérica.
En Chile los seguidores de Potter planearon actividades inspiradas en las tradiciones de la escuela, donde el protagonista se adiestra en la hechicería, entre ellas clases de runas, pociones y protección contra las artes oscuras, lecciones sobre el cuidado de «criaturas mágicas».
La pottermanía estallando e invadiendo todos los puntos de venta imaginables, en medio de competencias para elegir, en esta parte del mundo, al niño que guarde más semejanza con Potter, en esta entrega un espigado joven de 15 años, alumno del sexto curso de Hogwarts.
En Buenos Aires, según trascendidos, la prsentación será un poco más tarde, con las grandes cadenas de librerías fraguando sorteos, competencias e incluso partido de quidditch, el deporte al que son adictos los magos.
Todos los resortes del espectáculo puestos en juego, a favor de las ventas jugosas. Los libreros arguyen que la defensa es permitida y que siempre es conveniente ayudar a la popularidad con un empujoncito bien dado.
Santiago de Chile, 24 de febrero 2006
Crónica Digital , 0, 27, 9