Soy Graciela León Maldonado, tengo 26 años, soy ariqueña y descendiente de africanos; coordinadora del área de políticas públicas de la organización de afrodescendientes chilenos Lumbanga y como corresponsal de El Morrocotudo comparto mi experiencia en Europa difundiendo la historia pasada y actual de mi pueblo.
Como joven afodescendiente me invitaron a participar en el encuentro iberoamericano denominado Nossa Historia Nuestra, el cual se desarrolló entre el 9 y 23 septiembre pasado en España y Portugal. Junto a diferentes jóvenes chilenos pertenecientes a otras etnias, emprendí vuelo a esta cumbre en la que participaron organizaciones de Chile, Brasil, España y Portugal.
Nos reunimos en total 34 personas, como parte de un proyecto de intercambio cultural, producto de una de las máximas prioridades de la Comisión Europea en ofrecer a jóvenes entre 15 a 26 años, procedentes de distintos países, la posibilidad de un intercambio de experiencias.
Muchas personas contribuyeron para que yo pudiera llegar a establecer estas relaciones, el primero de todos fue Patricio Barrios, encargado Bicentenario, de la Región de Tarapacá, quien al conocer de este proyecto nos informó, razón por la cual le agradezco y a la encargada de Apedi Chile (institución organizadora). También la antropóloga Isabel Cuadros, hizo llegar una invitación a la organización de afrodescendientes Lumbanga.
Fue una postulación de tres meses aproximadamente, donde se trabajó en el proyecto y se preparó cada país, confirmándose la participación en el mes de julio.
El tema es sobre la historia de Iberoamérica, que es más compleja de lo que se expone. A nivel mundial los programas de estudio están enfocados para iluminar la nueva historia de América Latina, que comienza con la europeización y cristianización. Pero se olvidan de la otra historia de América, de sus creencias religiosas, su sabiduría, su cultura y de su arte, destruidas por la intolerancia a la aceptación de lo desconocido.
Por ello, los objetivos de esta cumbre juvenil fueron analizar en conjunto y críticamente nuestra historia en común y ver qué consecuencias ha tenido en nuestra vida cotidiana. Conocer nuestra realidad local, así como nuestras dificultades y potencialidades socioculturales.
Se buscó además, potenciar un conocimiento intercultural que parta del respeto real entre los participantes y que ayude a la disminución de esteriotipos y prejuicios; y optimizar los espacios de creación intercultural, para dinamizar la colaboración entre los participantes y la obtención de resultados en común.
La defensa del patrimonio cultural también fue un tema importante dentro de las conversaciones sostenidas.
Prejuicios y realidades
Antes de llegar al punto de encuentro (Portalegre Portugal), pensaba que nuestro recibimiento iba a estar lleno de prejuicios, pero, al llegar me encontré con un grupo humano el cual superó mis expectativas y desde el primer momento creamos grandes lazos de amistad, y la oportunidad de conocernos, respetando nuestras peculiaridades étnicas, culturales y sociales.
Y así durante el encuentro, entre los participantes logramos comprender la importancia en la creación de diálogos desde la igualdad, donde cada uno de nosotros con nuestra propia visión, podamos identificar, los distintos enfoques que de nuestra historia se ha hecho.
Jornadas: trabajos y reflexiones
El programa de trabajo consistía en talleres de análisis de nuestra realidad, como la educación intercultural, artesanía, abuelos, materiales, entre otros. Asimismo, conocimos lugares como Potalegre, Castelo de Vide, Portagem, Marvao (Portugal), Cáceres, La Berrea y Alburquerque (España).
Las conversaciones, se trasformaban en respetuosos debates en los que reflexionamos sobre la poca información que se nos entrega en la educación en nuestros países subdesarrollados. Entendimos también, que la colonización no es Colón descubrió América, sino que va más allá y se transforma en toda una historia de sometimientos posteriores que se pasan por alto, consecuencias que se ven hasta hoy, pues no es coincidencia que en Chile las grandes transnacionales de consumos básicos como la electricidad o telecomunicaciones, sean españolas.
De vuelta en Chile, observo hacia atrás y veo lo fuerte que resulta llegar a un lugar donde lo primero que te preguntan y, ¿hay afrodescendientes en Chile? Pero para ello fui, para ello viajé, para ello mi organización Lumbanga que agrupa a mi pueblo afro me envió, para que a través de la danza, de mi experiencia y de mi historia, contara el trabajo que estamos realizando y les hablara de nuestras luchas y cómo funcionamos los Afrodescendientes en Latinoamérica y el Caribe.
Este viaje es solo una semilla que irá creciendo a medida que la voz de mi comunidad se haga más fuerte.
-La autora es Líder juvenil afrodescendiente chilena
Santiago de Chile, 24 de marzo 2006
Crónica Digital/PL
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