A pocas semanas de unas polémicas elecciones internas para elegir a una nueva directiva nacional de la Democracia Cristiana (DC), principal agrupación de la coalición gobernante, La Moneda quiere garantizar una «neutralidad total» respecto a los bandos en pugna.
Bachelet afirmó que «cada partido es autónomo de tomar sus propias decisiones» y dio instrucciones a sus ministros -la mayoría de los cuales pertenecen a ese conglomerado- a no involucrarse en la disputa o, en todo caso, mantener un bajo perfil.
La democracia cristiana, fuertemente dividida en dos grandes corrientes, deberá elegir por sufragio a su mesa directiva y al presidente de la agrupación para los próximos dos años, donde compiten la ex canciller Soledad Alvear y el diputado Jaime Mulet.
Alvear, quien perdió la lucha por nominación a la candidatura presidencial de la Concertación contra Bachelet, lidera el denominado sector disidente, mientras Mulet representa a los llamados «colorines», que encabezó el senador Adolfo Zaldívar.
En la puja, que deberá ser decidida el próximo 30 de abril, tercia también un tercer candidato, Pablo Lorenzini, pero con escasas posibilidades, en un contexto en que cada tendencia parece tener asegurada cerca del 50 por ciento de respaldo.
Mulet, actual secretario nacional que en un principio se opuso a la celebración de elecciones, pidió aplazar la contienda en 30 o 40 días más, pero el Tribunal Supremo de la DC ratificó la fecha propuesta del 30 de abril.
En la junta nacional efectuada el pasado fin de semana, el ala «colorina» (denominada así por el color del pelo de su líder) se jugó porque fuera esa instancia, y no las bases, las que nominaran la mesa directiva, pero perdió la disputa por apenas 12 votos.
A pesar de su anunciada prescindencia, en el gobierno existe una fuerte preocupación por la los problemas que dividen al partido más votado de la coalición y las consecuencias que se deriven de los resultados de la elección.
El temor de Bachelet y de su jefe de gabinete, Andrés Zaldívar, es que crean que La Moneda esté interesada en favorecer a Mulet como el preferido del Ejecutivo, debido a las tensiones que marcan sus relaciones con Alvear desde la campaña presidencial.
No obstante, altas fuentes de gobierno admiten estar atentos a que la posible llegada de Alvear a la jefatura de la DC abra un escenario complejo para Bachelet, quien ha mantenido una conflictiva relación con ella desde la contienda presidencial interna de la Concertación.
La nada oculta aspiración presidencial de la ex canciller es lo que más complica a la nueva gobernante, sobre todo a partir del segundo año de su mandato, en la medida que se acerquen las elecciones municipales de octubre de 2008.
Se presume que ese sería el escenario escogido por la ex Secretaria del Exterior para lanzar su candidatura presidencial, argumentando la necesaria rotación en La Moneda: el denominado sector de izquierda de la coalición ha tenidos dos presidentes consecutivos: Lagos y Bachelet.
En el círculo de la mandataria -que guarda con celo su diagnóstico personal sobre la pugna interna de la DC- apuestan a que Alvear inevitablemente marcará diferencias con algunas medidas específicas del gobierno, principalmente las sociales y económicas.
Mulet, en cambio, ha asegurado que de asumir la presidencia de la DC continuará la línea establecida por Zaldívar en cuanto a la lucha contra la corrupción, rectificación partidaria y la insistencia en la necesidad de corregir el modelo económico.
Santiago de Chile, 30 marzo 2006
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