Estados Unidos teme que Caracas mantenga dentro del Consejo una postura confusa o de confrontación en las instituciones internacionales. Así mismo, abrió el debate en cuanto a la posición que tomarán los países del Caribe y los Latinoamericanos a la hora de la elección.
Las críticas al modelo de la ONU expresadas por Chávez en la sexagésima Asamblea General en 2005, y su deseo de que los nuevos países desarrollados y los que están en desarrollo entren como miembros permanentes al Consejo, dejaron de ser sólo un fragmento de un discurso y cobraron forma.
Según lo expresó días atrás el presidente de Venezuela en su programa semanal de radio y televisión Aló presidente, Estados Unidos está llevando a cabo una campaña en su contra.
Ha iniciado una poderosa campaña de guerra psicológica, de presión y de chantaje contra los gobiernos del mundo para evitar que Venezuela sea elegida en el Consejo de Seguridad de la ONU.
En el carácter de su denuncia, el mandatario dijo que, las causas de la actitud de Estados Unidos son porque a ellos no les conviene la presión de Venezuela en el Consejo, debido a que el país del norte tiene planes de agresión contra Siria e Irán, así como también contra Venezuela.
El recelo de Washington hacia la figura de Chávez y a su lema de integración regional, llevó al gobierno de Bush a lanzar un juego diplomático, que consiste en presionar bajo amenazas, a los distintos países para votar en contra de Venezuela. Pero esta diplomacia norteamericana tan conocida, parece que logró fracasos en Latinoamérica y apoyos de parte de los gobiernos de Centroamérica, fieles aliados a las políticas norteamericanas.
Su más notorio rechazo en el intento de una alineación contra la república bolivariana, fue la posición adoptada por la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, quien a pesar de no haber anunciado su apoyo, aseguró que no admitirá presiones de Estados Unidos.
Si hay peticiones que son válidas, legítimas, que yo me convenzo de tales, por supuesto las acepto, pero presiones indebidas no», insistió en referencia a la negativa de Washington a la aspiración venezolana de integrar el Consejo de Seguridad en representación de América Latina.
En esta línea, los países miembros del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) ratificaron su apoyo a Venezuela para el ingreso al Consejo. El ministro de Exteriores brasileño, Celso Amorim, señaló que «es natural que Venezuela, como un país inmediatamente vecino y ahora como miembro del Mercosur, reciba nuestro apoyo».
Estas declaraciones se contradicen con lo expresado por el subsecretario de Estado norteamericano, Robert Zoellick quién indicó que, en privado, algunos países latinoamericanos están expresando «preocupaciones» por la posición del gobierno de Venezuela.
Así mismo, durante una reunión en Caracas entre el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, Jorge Taiana y su par venezolano, Alí Rodríguez, cerraron con palabras el apoyo a la postulación de Chávez. Argentina ha expresado claramente que apoyará a Venezuela en su candidatura al Consejo de Seguridad, afirmó Taiana, quien rechazó de esta manera supuestas presiones a su país en caso de respaldar a la nación sudamericana.
Al igual que lo que acontece en la actualidad con las firmas de los Tratados de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, las posiciones y los intereses de los países de Latinoamérica y el Caribe a la hora de votar, son antagónicos.
Venezuela, quien formó parte del Consejo en los períodos 1962-1963, 1977-1978 y 1992-1993, competirá por la banca con Guatemala. Este último, anunció su candidatura formal al Consejo de Seguridad el 11 de junio de 2002 y desde entonces ha estado trabajado para conseguir el apoyo necesario.
Colombia es uno de los países que ya ha declarado su apoyo. Tal como lo expresó días a tras la canciller colombiana, Carolina Barco, Colombia se pronunció desde hace ya muchos meses por Guatemala. Teníamos ese compromiso.
México y Estados Unidos también se sumaron al respaldo de la candidatura del país centroamericano. La posición que continúa bajo incertidumbre, es la de Perú, que por el momento congeló relaciones con Caracas.
Cabe destacar que los países de Centroamérica que apoyan al contrincante de Chávez, mantienen firmes relaciones con Estados Unidos: firmaron TLC y en el caso de Colombia y Guatemala, poseen tratados bilaterales que responden a la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo que lleva adelante el gobierno de George W. Bush.
Entrelazando datos con la simple pregunta ¿qué significaría para Estados Unidos que Venezuela ocupara un banquillo en el Consejo de Seguridad?, el interrogante se complejiza y se abren diversos caminos que desembocan en una posible y real respuesta.
El Consejo está constituido por 15 miembros: 5 permanentes y 10 elegidos por la Asamblea General por períodos de dos años, por mayoría de dos tercios. Los cinco miembros permanentes son China, Estados Unidos, Rusia, Francia y Reino Unido, los cuales tienen derecho de veto. Cada miembro del Consejo tiene un voto.
La finalidad del Consejo, paz y seguridad internacional remite a la idea de diplomacia y que todo conflicto entre países sea resuelto por medio de dicha vía. Pero de la teoría a la práctica parece que hay un largo recorrido cuando se piensa en la invasión a Iraq en marzo del 2003 llevada a cabo por Estados Unidos, uno de los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
A partir de que este país quebrantó las leyes del organismo para llevar adelante una guerra contra el terrorismo y tiempo más tarde, George Bush, reconoció que se habían cometido errores, la figura de la ONU y el Consejo de Seguridad entraron en decadencia, logrando un desequilibrio internacional.
Bajo un contexto de perseverante desconfianza a las instituciones y una pérdida de credibilidad por parte de muchos países latinoamericanos hacia las políticas de Washington, la figura de Hugo Chávez en el Consejo de Seguridad se transformaría en un conflicto.
Por un lado, porque sería un avance en los objetivos de Venezuela de expandir el socialismo del siglo XXI como alternativa frente al capitalismo, la globalización y el imperialismo, y a su vez, una evolución en su política exterior que apunta hacia una integración latinoamericana. Estos progresos, ayudarían a que el país del norte continúe perdiendo poder en una región de la cual creyó ser su dueño.
Por el otro, la simpatía del presidente venezolano con el gobierno de Irán y su respaldo a los proyectos nucleares de ese país. Esta simpatía, a la cual tanto temor tiene Norteamérica, se transformaría en un impedimento si Washington quisiera pasar por alto, una ves más, las leyes del Consejo.
O simplemente, si apeteciera poner en práctica sus amenazas de aislamiento en la escena internacional y sanciones políticas y económicas de creciente intensidad, en el caso de que Irán rechace las ofertas propuestas por los miembros del Consejo.
Pero para algunos analistas, el ingreso de Venezuela al organismo, sería un obstáculo en el caso de que Estados Unidos intentara denunciar irregularidades en las elecciones presidenciales de octubre, en la cual Chávez se presentará para continuar con la presidencia 6 años más.
En un candente escenario que pide un reordenamiento del poder internacional, la presencia de Hugo Chávez y sus deseos de construir un nuevo modelo de Naciones Unidas sería un ingrediente básico para poder reconstruir un equilibrio y recuperar la confianza de todos los países del mundo.
Muchas son las conjeturas que se pueden sacar de porqué la casa Blanca teme que Venezuela ocupe una banca en el Consejo. Las soluciones reales son pocas. Ahora, sólo resta esperar que la política decida.
Por: Catalina Oubel (APM)
Santiago de Chile, 27 de junio 2006
Crónica Digital , 0, 132, 11