Lo que cambia del todo actualmente, es que ya mucha gente identifica celos con enfermedad, o al menos, con una actividad anticuada y egoísta, aunque todavía hayan muchas personas afectados por ese sentimiento tan negativo.
CELOS + CELOS
Llamamos celos amorosos a esa manera de control obsesivo que se pone en marcha ante el miedo de perder una «posesión». De nuevo nos encontramos con que los pensamientos pueden desencadenar emociones negativas, tanto que la persona celosa pierde mucho ante los ojos de los demás.
Generalmente, acompaña sus estallidos de celos con gritos, amenazas y hasta golpes. Y ese derecho no lo tiene nadie. Bajo ninguna condición es admisible la violencia.
Estamos hablando principalmente de los que se dan en la relación amorosa. Suelen manifestarse en quienes son dependientes, con una frágil autoestima. Se sienten terriblemente vacíos ante la posibilidad de perder al ser amado. Su vida nunca ha sido cultivada interiormente necesitando del apoyo de unos u otros para poder proseguir en viviendo de forma dependiente, siempre aferrada/os a un bastón.
Los celos son una manera de controlar aquello que se teme perder, previendo en todo momento que la simple posibilidad de «abandono» no llegue a darse. Pero al contrario de lo que se espera, el constante control y desconfianza producen otro efecto. La persona víctima de los celos, se siente cada vez más agobiada y necesita huir de tal aprieto. Los celos siempre acaban produciendo el efecto contrario del deseado: el receptor de los celos no aguanta más una fidelidad nunca creíble por más justificaciones que lleve a cabo, mientras el celoso se siente atormentado por su fijación de ideas y desesperado cuando por fin la consecuencia previsible es la ruptura de la relación tan protegida, comenta la psicóloga Gloria Marsellach.
ENTRE EL CELO Y LA ENFERMEDAD
La desconfianza en los propios valores crea indefensión y dependencia en los otros. Ya esto de por sí, es un gran trastorno porque necesita siempre de un otro para vivir, y hasta para respirar.
Amar con locura absorbiendo cada milímetro de su amado sin dejar que se abra una fisura entre ambas vidas, es asfixiar, ahogar la relación y causar demasiados dolores y malestares en la pareja.
No hay dudas que no viven ni dejan vivir porque en su temor se olvidan de permitirse el goce. Nunca llegan a estar satisfechas porque la duda siempre está visible en su mente enferma.
Hombres y mujeres celan por igual. Ninguna investigación ha probado que un sexo lo sea más que el otro. Es un mal del género humano.
Argumenta sobre el tema la especialista Marsellach, que los celos se consideran una conducta patológica cuando se instauran en el patrón habitual de la persona haciéndola sufridora de una ausencia de fuerza interior. Los celos pueden hacer a la persona inestable afectivamente y llevar a cabo algunas conductas psicópatas. La idea fija de traición está tan asentada en su interior que al verse hundida reacciona amoralmente: «¡Si no va a ser mío, no va a ser de nadie!!»- palabras dramáticas que a menudo descubren a ese ser absorbente que describíamos víctima de la emoción negativa llamada celos.
Este tipo de celos tan arraigados y profundos, añade, necesitan una buena terapia para poder descubrirlos y vencerlos. Trabajando los pensamientos confrontándolos con la realidad ayudará a detener la fuerza con que invaden a la persona que los sufre.
Una relación de pareja en la que exista suficiente espacio para poder disponer de una parcela privada para cada miembro y una común para ambos, logrará un mejor entendimiento y equilibrio facilitando el desarrollo de ambos y una real armonía, resume por último la psicóloga consultada.
Por: Aloyma Ravelo de Revista Mujeres
Santiago de Chile, 17 de julio 2006
Crónica Digital
, 0, 137, 8