El frustrado gobierno de la Unidad Popular es aún recordado aquí, entre otras conquistas, por haber sido un régimen de «manos limpias» y las actuales fuerzas progresistas son reconocidas por su honestidad, según comentaristas consultados por Prensa Latina.
Pinochet, más allá de la brutal represión de su régimen, guarda «arresto domiciliario» y es cuestionado judicialmente por millonarios escándalos de corrupción y su entorno político y familiar no escapa a esa mancha, como es verificable en los más diversos medios chilenos.
Después de la muerte de Allende y del «retiro» de Pinochet, es decir, bajo los últimos 15 años de gobiernos civiles, la corrupción asomó periódicamente su cabeza, pero el actual gobierno anunció desde un inicio su decisión de enfrentar esas viejas prácticas.
Ahora que por primer vez la presidencia de Chile está en manos de una mujer y se hacen serios esfuerzos por cambiar el país, surgen peligrosas manifestaciones de corrupción que observadores consideran «inevitables» en las presentes circunstancias.
Desde hace varias semanas, los medios chilenos se vienen recreando en torno a algunos de estos escándalos, el más sonado el de la entidad estatal Chiledeportes, varios de cuyos funcionarios están cuestionados por el desvío de grandes sumas a destinatarios ilegales.
Indignada, la presidenta Bachelet creó una comisión investigadora y aseguró que se haría justicia.
Pero la oposición y algunos otros sectores consideraron la medida -cuando menos- insuficiente y lograron que el Congreso formara su propia Comisión Especial Investigadora.
Vamos a tomar las medidas para que las acciones del estado tengan el uso que corresponde, insistió Bachelet antes de iniciar su gira por Vietnam, Australia y Nueva Zelanda, que concluyó hoy.
El ministro del Interior, Belisario Velasco, expreso «vergüenza» por las revelaciones y dijo que la presidenta le había encargado preparar una urgente agenda de reformas.
«Seremos muy rigurosos en la ejecución del gasto público y en la calidad de los programas; no debe malgastarse ni un peso», dijo.
Sin embargo, la polémica, que ya ha causado sensibles bajas en las filas del gobierno y de la concertación gobernante, estaría incluso afectando la credibilidad de la propia mandataria, según una reciente encuesta del diario El Mercurio.
De acuerdo con esa pesquisa, más del 60 por ciento de los encuestados piensa que la corrupción en Chile esta generalizada, que ha aumentado en los últimos tiempos y que la imagen de Bachelet ha quedado afectada.
Políticos de diversas tendencias apuntan al sistema electoral heredado de la Constitución pinochetista (1980), denominado «bi-nominal», como la madre de muchos males, si no de todos, en especial de la penetración de «irregularidades» en el manejo de los recursos públicos.
El comentarista de Crónica Digital, Gonzalo Rovira, llamó terminar «con el nefasto sistema bi-nominal que margina a importantes sectores de la sociedad, pero además fomenta el clientelismo electoral que está en la base de la corrupción».
Las fuerzas gubernamentales buscan modificar el sistema, que ha excluido del quehacer parlamentario a importantes sectores populares, como el Partido Comunista de Chile, y han sostenido reuniones -no exentas de fuertes discrepancias- con diversas colectividades.
Los partidos involucrados se han puesto el fin de año como fecha límite para acordar un proyecto que permita una representatividad mucho mayor y adecuada a la pluralidad política de la sociedad chilena.
La propuesta busca una distribución proporcional y no excluyente, que brinde oportunidades a la izquierda y a organizaciones laborales de estar representados, aumentar el número de diputados y senadores, y aprobar el voto de los chilenos en el exterior.
La semana pasada, Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista, dialogó con la ministra secretaria general de la Presidencia, Paulina Veloso, sobre el sistema bi-nominal.
En esa ocasión Teillier dijo que «el sistema electoral actual está en la base de mucha corrupción que está hoy día en las primeras planas de los medios de comunicación».
Sobre el tema, los Obispos chilenos declararon a la prensa local: «No podemos acostumbrarnos o justificar formas de corrupción, personal o institucionalizada, que pasan por encima de la ley, aunque sean pequeñas».
Punto Final, la emblemática publicación de la izquierda chilena, dedicó su más reciente portada a la corrupción, bajo el título «El Gran Debate» y alertó: «La corrupción de la administración pública no sólo conduce a la corrupción del sistema político, sino a su colapso».
Santiago de Chile, 21 de noviembre 2006
Crónica Digital/Prensa Latina , 0, 43, 3
