El gobernante brasileño, quien aspira a su reelección en los comicios generales convocados para el domingo, decidió finalmente no comparecer al publicitado encuentro con sus tres principales adversarios en la contienda.
La poderosa red O Globo, que transmitiría el programa a partir de las 22:30 de anoche, informó que a las 19:01 horas recibió un mensaje del propio Lula en cual declinaba su presencia y la justificaba.
«Es público y notorio el grado de virulencia y desespero de algunos adversarios, que están dejando en segundo plano el debate de propuestas e ideas para dedicarse casi exclusivamente a los ataques gratuitos y agresiones personales», explicó Lula en mensaje a la televisora.
No le faltó razón. El nombre del fundador del Partido de los Trabajadores (PT) se mantuvo en forma constante en las intervenciones de los contendientes que concurrieron: Geraldo Alckmin, Heloisa Helena y Cristovam Buarque.
Otros cuatro políticos involucrados en la contienda no fueron invitados, sin que se explicara el porqué.
Pasada la medianoche del jueves, y entrados los primeros minutos de este viernes, la atmósfera política del país quedó cargada -cuando menos- de sentimientos encontrados. Así amaneció.
Nadie duda hoy que la fortaleza de la imagen de Lula, a sólo 48 horas de la cita del domingo, sufrió algún impacto que debe repercutir en cierta medida en las urnas.
Entre los temas principales tratados por los políticos asistentes figuraron la seguridad pública y energía, impuestos, transporte, empleo, educación y salud, desarrollo económico y -muy reiterado- corrupción.
El llamado caso dossier, que implica a funcionarios y personas vinculadas al PT y al jefe de Estado brasileños, se mantuvo en forma intermitente en las apelaciones de los invitados. Varias veces el moderador, llamó a detener los excesos.
Buarque, con la lengua enredada, pidió la renuncia del gobernante -aún si gana las elecciones-, en caso de que las investigaciones en torno al citado escándalo se aproximen más a Lula, quien cesó en el cargo la semana pasada a su jefe de campaña electoral, Ricardo Berzoini, presuntamente implicado.
«Hay que acabar con esta plaga de corrupción», dijo Alckmin, deslucido en las improvisaciones al enfrentar desafíos y ataques de Heloisa Helena, quien calificó al PT como «una organización criminal comandada por el presidente de la República».
Más allá de ligeros escarceos, la comparecencia se caracterizó por curiosas convergencias en los enfoques. Los tres llegaron a prodigarse elogios y a coincidir plenamente en los ataques contra Lula, cuyo puesto vacío en el escenario era tomado eventualmente por las cámaras.
La ausencia de Lula, que por lo menos una parte de los electores no debe haber aprobado, seguirá en el ambiente durante las horas que restan para la votación, según coinciden analistas.
«No puedo rendirme a la acción premeditada de adversarios», expresó Lula en el mensaje que justificó su inasistencia.
Desde las 12 de la noche de este jueves, ninguno de los candidatos puede hacer uso de los medios de difusión para hacer propaganda.
«Con mucha humildad digo que si todo sucede como creo que va a suceder, seguramente ganaremos la elección», dijo Lula anoche en Sao Bernardo do Campo, en las afueras de Sao Paulo, en su último acto de campaña.
A la convocatoria del domingo 1 de octubre deben concurrir 126 millones de brasileños con derecho al voto para elegir a un presidente, 513 diputados, 27 senadores, mil 059 diputados estaduales y 27 gobernadores por un período de cuatro años. El nivel de abstención se estima en un cuatro pro ciento.
Roberto Gil, es periodista de Prensa Latina. Enviado especial a las eleccciones presidenciales en Brasil.
Rio de Janeiro, 29 septiembre 2006
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