Productos de alta calidad, con alto valor agregado, inocuos para la salud del consumidor y respetuosos del medio ambiente, son las estrategias centrales para la conquista de los mercados más exigentes y rentables del mundo.
El problema está en como hacer de estos parámetros estratégicos una política, programas y gestión público privada que nos encamine hacia una potencia agroalimentaria, dado que hasta ahora y cada día más, la concentración del ingreso en el sector silvoagropecuario y pesquero se hace más extrema.
En efecto, mientras unos pocos avanzan empresarialmente y conquistando mercados, obteniendo así satisfactorios ingresos, la gran mayoría de los agricultores chilenos, especialmente pequeños y medianos, no logran siquiera estabilizar sus empresas a nivel de subsistencia. ¿Es un problema solo de ineficiencia de ellos? En absoluto, es ineficiencia del resto de la comunidad entera.
Ellos, los pequeños agricultores, solo saben producir, y solo algunos productos. No saben ser empresarios, no saben vender sus productos, ni siquiera saben organizarse. Lo malo de todo esto, es que los culpamos a ellos, siendo nosotros, los políticos y los profesionales del agro, los que no hemos sabido como capacitarlos, asesorarlos y organizarlos para aprovechar los beneficios del crecimiento sectorial del país y los posibles beneficios de la globalización que experimenta el mundo entero.
Deberíamos constituir, a nivel de terreno, comunal, provincial o partes homogéneas de una región, una instancia compuesta por tres tipos de instituciones: el sector productor, el sector público y las universidades chilenas especializadas en lo rural. Estas tres instancias para diseñar un proyecto de desarrollo territorial en cada una de las zonas instaladas, con planes de acción, financiamiento específico, responsabilidades claras, estudios de avance y evaluaciones finales. Es decir, un esfuerzo público privado, apoyado por instancias fuertes en estudios, capacitación, elaboración de proyectos, financiamiento, etc.
Esto parece posible a nivel de terreno. Lo que parece más difícil de alcanzar es contar con el liderazgo nacional necesario como para entusiasmar y comprometer a las distintas instancias necesarias. Somos reacios a compartir, a participar en la búsqueda de metas comunes. Si no cambian esas actitudes propias de nuestra personalidad, seguirán siendo una minoría los que organicen y presenten esos resultados que tuvimos la ocasión de apreciar en la muestra Alimenta 2006.
Por: Hugo Ortega T. Director de la Escuela de Ingeniería en Agronegocios de la Universidad Central de Chile.
Santiago de Chile, 4 de noviembre 2006
Crónica Digital
, 0, 71, 10