Berríos fue secuestrado y posteriormente asesinado en Uruguay para impedir que declarara a la justicia de su país en un proceso por crímenes del ex dictador Augusto Pinochet.
El magistrado, en declaraciones al diario La República desde Santiago de Chile, rechazó por falsa la información de que «agentes chilenos hayan actuado en Uruguay, en forma irregular», como trascendió en esta capital.
Madrid explicó que «cuando los militares uruguayos (dos en actividad y uno en retiro) arriben a Santiago de Chile, serán entregados a la Suprema Corte.
Ese órgano pondrá a los acusados uruguayos a disposición de Madrid, por ser ese un juez de primera instancia, y el mismo tendrá que definir dónde estos deberán permanecer en prisión preventiva.
También se conoció hoy que los militares uruguayos tendrán derecho a apelar y eso luego lo resolverá la Cámara de Apelaciones como tribunal superior.
Varios analistas consideran que a Berríos lo mantuvieron con vida en Uruguay hasta que llegó el ex dictador Pinochet, en «un viaje de placer y visita personal» a su amigo uruguayo, el también dictador Juan María Bordaberry.
En esa oportunidad, quien fungió como hombre se seguridad de Pinochet, a pedido del dictador chileno, fue el militar Casella, que en ese momento se encontraba en actividad.
Montevideo, 4 abril 2006
Prensa Latina , 0, 76, 11