La pregunta, de carácter abierto, fue la siguiente: Considerando a todos los políticos, sin tomar en cuenta al Presidente de la República, nómbreme a los cinco políticos que usted cree tienen más futuro en Chile. La abanderada de la Concertación, Michelle Bachelet, reunió el mayor número de respuestas, con un 40%, lo que representa una disminución de un 4% respecto a la encuesta realizada en octubre pasado por el CERC.
Los candidatos presidenciales de la derecha obtuvieron porcentajes similares a la medición precedente. Sebastián Piñera (RN) se ubicó en segundo lugar y recibió 37% y Joaquín Lavín (UDI) un 23% de las menciones.
Soledad Alvear, ex precandidata presidencial del PDC y actual candidata a senadora en Santiago Oriente, obtuvo un 23%, es decir tres puntos más que en el sondeo anterior.
En quinto lugar se ubicó Tomás Hirsch, con un 12%: un porcentaje extraordinariamente significativo, puesto que representa un incremento de ocho puntos respecto de la encuesta CERC de octubre y nada menos que de 11 puntos respecto de abril, cuando figuraba sólo con un 1 por ciento y recién comenzaba su caminata como representante de la izquierda en la contienda presidencial.
Un detalle adicional, igualmente digno de subrayarse: en esta encuesta, Hirsch logró desplazar al ex ministro del Interior y actual secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, que recibió un 9%, cinco puntos menos que en la encuesta precedente. Y hay que recordar que su nombre fue considerado como eventual precandidato presidencial de la Concertación.
Este resultado de la encuesta CERC debiera ser sugerente para las fuerzas políticas y sociales que se han agrupado en torno al pacto Juntos Podemos Más, en la medida que han asumido que su participación en la pugna electoral se relaciona principalmente con la construcción de una alternativa de país diferente a la que sostiene el establishment.
Todo indica que a partir de la actual campaña se ha logrado construir un liderazgo de envergadura nacional, lo cual constituye una condición necesaria para abrir paso a ese propósito de instalación de una alternativa.
Aparte de las más que evidentes cualidades propias de Hirsch, es incuestionable que la emergencia de ese liderazgo fue posible por su mayor visibilidad mediática lo cual impone la necesidad de que la izquierda en lo sucesivo considere esta variable con una mayor rigurosidad y carácter sistemático que en el pasado.
Sin embargo, esa visibilidad tampoco hubiera sido posible sin el nivel de unidad política y social que se alcanzó en torno al Juntos Podemos Más y que tuvo su primera irrupción en los pasados comicios municipales.
Preservar y ensanchar esa unidad es otra condición necesaria para que la denominada izquierda extraparlamentaria rompa las fronteras institucionales de la exclusión que le fue impuesta por el acuerdo establecido entre 1987 y 1989 por la Concertación y las fuerzas que sustentaron la dictadura militar.
El liderazgo de Hirsch, por último, es la expresión más evidente de un descontento que recorre la sociedad chilena y que cada vez es más creciente. Son las chilenas y chilenos que han sido maltratados, como tantas veces repitió Hirsch a lo largo de la campaña, y que no necesariamente tienen una identificación con el imaginario de la izquierda.
A ellos será necesario responder en el período que se abre, en el espacio de lo cotidiano, en los ámbitos de la confrontación social y el diseño de proposiciones que muestren la viabilidad de construir un país diferente.
Por: Víctor Osorio: El autor es Editor General de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 9 de dicembre 2005
Crónica Digital
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