Las dificultades de acceso al empleo se ven permeadas por la discriminación social y a su vez por la baja escolaridad y calificación alcanzadas.
Se configura de este modo la pobreza, como un circulo difícil de romper. Pobreza y discapacidad son realidades que mutuamente se alimentan, por lo cual su intervención debe considerar todos los ámbitos y factores de la vida personal, social y comunitaria que a cualquier persona y familia involucra.
Según un estudio del impacto de la exclusión, en los próximos 30 años el número de personas con discapacidad en los países en desarrollo aumentará en un 120%, contra un 40% en los países desarrollados. De acuerdo con la ONU, el 82% de las personas con discapacidad en el mundo viven por debajo del índice de pobreza en los países en desarrollo. Chile es uno de ellos.
La relación entre pobreza y discapacidad es evidente, sin embargo, es poco común encontrar ejercicios de trabajo y reflexión sistemáticos sobre el tema, principalmente en nuestro país. Aunque las causas y las consecuencias de la discapacidad se exacerban cuando la pobreza está presente, la discapacidad se considera un tema que sólo compete a los «especialistas» y no a la sociedad en su conjunto, lo que se evidencia con la escasa red social existente.
El cambio de paradigmas en la dinámica de la discapacidad apunta en la actualidad hacia el traslado de la preocupación desde la postura bio-medica y asistencialista, hacia un enfoque de derechos humanos, asegurando la plena integración de las personas con discapacidad y sus familias. Este es el enfoque con el que trabaja la Fundación Nacional de Discapacitados.
Apoyos familiares, trabajadores sociales y monitores de diversos programas y proyectos en todo Chile, buscan conocer cómo trabajar en sus comunidades la problemática de la discapacidad dentro de dinámica familiar. La realidad nos indica que de la temática poco y nada se conoce y esto duele, porque cuando no existe conocimiento de un tema, difícilmente se desarrolla entendimiento y empatía hacia el.
Intervenir con una comprensión más amplia, la esfera de la dinámica familiar, favoreciendo la autonomía personal y el reconocimiento de las capacidades de sus miembros con características distintas. Ampliar el repertorio de acciones e intervenciones vinculadas a esta problemática y fomentar la ayuda mutua y la cooperación, debe ser la prioridad de los profesionales que trabajan en el área social y educacional.
La problemática de la pobreza se complejiza, cuando a ella se suma uno o más miembros de la familia con discapacidad. Las razones esgrimidas para ello son principalmente, la escasez de elementos diagnósticos, profesionales poco calificados e inexistencia de redes de apoyo capaces de dar respuestas adecuadas.
A pesar de los avances técnicos que el tema ha tenido a partir del año 1994, con la promulgación de la Ley 19.284 de Integración Social de las Personas con discapacidad y su conjunto de normas asociadas, las deficiencias subsisten de manera avergonzante en el ámbito de la discapacidad.
Los libros no se sonrojan, es por esto que con empaste elegante y hermosa ilustración, el último Estudio Nacional de la Discapacidad en Chile, realizado por el INE Instituto Nacional de Estadísticas el cual estuvo subvencionado y patrocinado por el Estado, declara por ejemplo que solo 6 de cada 100 personas con discapacidad ha tenido acceso a la rehabilitación.
¿Seguirán los eternos estudios, los foros y seminarios interminables para llegar a la misma conclusión?, que a las personas con discapacidad y sus familias no se les respetan sus derechos civiles, laborales y humanos en Chile. ¿Seguirá el estilo técnicista cuyo mayor objetivo es estudiar y no accionar, debatir y no actuar?. El hecho es que este tipo de estudios es igual a un vehículo moderno sin motor, con hermosa carrocería pero vacío, que no llega a ningún lado.
En cuanto a acciones efectivas se refiere, destaco el curso Discapacidad y Pobreza, impartido a la Comunidad de Aprendizaje Puente, que desde el año pasado ha permitido capacitar y concienciar, habilitando con ello a una amplia gama de profesionales que trabajan diariamente en este tema y que habitualmente no cuentan con la capacitación necesaria, considerando los altos requerimientos a los cuales están expuestos.
Los espacios a nivel educativo son escasos y la discapacidad va en aumento.
Por: Alejandro Hernández es Presidente de la Fundación Nacional de Discapacitados, gestor social y cultural. fundacion@fnd.cl
Santiago de Chile, 26 de mayo 2006
Crónica Digital , 0, 48, 3