Ya pasaron las celebraciones o los lamentos por su fallecimiento, las polémicas sobre sus funerales y la anulación de varios juicios contra él y su entorno familiar y político, pero las huellas del llamado pinochetismo sobreviven en varias instituciones del Estado.
El gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, que se negó a rendirle honores de Estado a Pinochet, pero autorizó homenajes militares, intenta avanzar en su agenda, con énfasis en lo social, pero está siendo criticado por la izquierda y la derecha.
Los primeros, para exigirle el cumplimiento de sus propias promesas en la esfera de los derechos humanos, la exclusión política y las reformas educacional y previsional. Los segundos, buscando consolidar el «pinochetismo sin Pinochet».
Observadores que prefirieron el anonimato dijeron a la Agencia de Noticias Prensa Latina que las más recientes encuestas favorecen al gobierno -y especialmente a la mandataria- pero que éste tendrá muchas trabas en las próximas semanas para hacer avanzar su programa.
Los escándalos de corrupción, que el gobierno ha enfrentado con energía -según los mismos observadores- han sido manipulados por los medios y los partidos políticos para profundizar una crisis al interior de la gobernante Concertación.
La coalición, integrada por un abanico de fuerzas, ha sufrido importantes bajas en su seno a raíz del constante cruce de acusaciones y desmentidos de corrupción.
Desde antes del nuevo año, la Presidenta Bachelet venía llamando a los miembros de la Concertación a unirse en torno a su programa de gobierno y a sus más recientes medidas sociales y de probidad.
Y, ayer -30 días después de la muerte de Pinochet-, para consolidar ese indispensable clima de confianza, la mandataria realizó una cena de «camaradería» en el balneario de Viña del Mar, a 120 kilómetros de la tensa capital chilena.
Al encuentro informal en el Palacio Castillo del Cerro fueron invitados -con sus cónyuges- todos los ministros, senadores y diputados de la coalición, lo cual cayó bien entre estos políticos, necesitados de un espacio distendido para reimpulsar la unidad.
Uno de los invitados dijo a Prensa Latina que en primer lugar servirá para «limar asperezas» dentro de la Concertación y, luego, para recuperar la confianza y proyectar la coalición hacia el futuro.
El senador socialista Jaime Naranjo opinó que «se pueden dar todas la lecturas que uno estime conveniente, pero siempre es bueno, sano y saludable para una coalición tener estos momentos sociales donde uno puede compartir momentos gratos».
El diputado Demócrata Cristiano Pablo Lorenzini dijo que «efectivamente, hemos tenido -como todos los partidos- algunas diferencias, pero con la Presidenta Bachelet hay una buena relación, y la Democracia Cristiana va (a la cena) con un buen ánimo».
Mientras tanto, organizaciones sociales -como los indígenas chilenos y los familiares de víctimas de la represión de Pinochet- vienen realizando foros y reuniones para reclamar más justicia y menos exclusión.
En ese sentido, cobró significación esta semana la convocatoria por organizaciones sociales a un juicio popular, moral e histórico contra Pinochet, que se realizará dentro de tres o cuatro meses bajo el lema «Yo acuso», decidido a combatir los rasgos actuales del «pinochetismo».
Santiago de Chile, 11 de enero 2007
Crónica Digital , 0, 30, 3