Desde 1985, en que se adoptó el Convenio de Viena para su protección, se logró recortar la producción de Sustancias Agotadoras del Ozono (SAO), como los compuestos clorofluorcarbonados (CFCs).
Sin embargo, aún quedan por superar los obstáculos impuestos por el país de mayor desarrollo económico del mundo, Estados Unidos.
Aunque ha disminuido el empleo de SAO, la Casa Blanca busca subterfugios como el uso esencial del Bromuro de Metilo (BrMe) con el pretexto de que reducir esa sustancia a los niveles requeridos afectaría a los agricultores estadounidenses.
La realidad es que el mundo llega este año al Día para la Protección de la Capa de Ozono, con un aumento en la magnitud del agujero sobre la Antártida de 25 millones de kilómetros cuadrados.
Por si fuera poco, sobre el estado del ozono en el Artico, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advirtió que el ozono sobre esa zona del hemisferio norte es cada vez más variable.
«Dado que los inviernos templados cada vez son más templados y los fríos más fríos, es previsible que el tamaño del agujero que se forma en el Artico sea cada vez más variable», explicó a la prensa Geir Braathen.
El experto del Departamento de Investigación Atmosférica y Medio Ambiente de la OMM subrayó que en los últimos 20 años «hemos observado una creciente tendencia al aumento de la variabilidad de las condiciones meteorológicas en la estratosfera».
A diferencia de lo que ocurre en el Antártico, en la región ártica si viven humanos y existe la circunstancia de la movilidad de los agujeros que aparecen sobre Alaska, Canadá, Groenlandia, el norte de Europa y Siberia.
La capa de ozono se encuentra a entre 15 y 50 kilómetros de altura y está formada por una relativamente elevada concentración de ese gas, compuesto por moléculas con tres átomos de oxígeno (O3).
Su nivel se mide en unidades Dobson (UD): se habla de agujero cuando hay menos de 220 unidades Dobson de ozono entre la superficie y el espacio.
Los gases CFC pueden permanecer en la atmósfera de 50 a 100 años, con el tiempo pasan a la estratosfera, donde los rayos ultravioleta liberan el cloro de su composición, iniciando la destrucción de las moléculas de ozono.
El deterioro de esa barrera puede ocasionar problemas severos a la salud humana, como quemaduras, cáncer, cataratas, daños al sistema inmunológico, al ADN, y también afectar el rendimiento de las cosechas, entre otras muchas consecuencias.
Un informe reciente de la OMM acerca de la futura recuperación del ozono atmosférico sobre la Antártida indicó que no se estabilizará hasta el 2065, 15 años más de lo pronosticado en principio.
Esto se debe a condiciones especiales dentro del vórtice del Antártico, por lo que se espera que el agujero del ozono en esa zona se repita por otras dos décadas.
Otra de las conclusiones que aparecen en el informe declara que el desgaste de ese gas en la estratosfera, fuera de las regiones polares registrada en la década del 90, no ha continuado.
Los problemas vinculados al estado de la capa de ozono, y como reforzar las medidas para protegerla, serán el eje de la 18 reunión de las Partes del Protocolo de Montreal, que sesionará en Nueva Delhi, India, del 30 de octubre al 3 de noviembre próximo.
Por ahora, el Día Mundial para la Protección de la Capa de Ozono, constituye un momento importante para la reflexión sobre la necesidad de preservar ese escudo que hace posible nuestra existencia.
Por: Juliett Morales García de Prensa Latina
Santiago de Chile, 17 de septiembre 2006
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