Un buen presidente hace la diferencia, apuntó claramente el acaudalado empresario, quien apenas pudo responder a una pregunta periodística sobre los aspectos en que ambas candidaturas diferían.
Su rival, mientras tanto, invitó a los electores a «hacer historia» y «elegir a la primera mujer Presidenta de Chile», tras vaga explicación sobre temas que separan al oficialismo de la extrema derecha.
En el primer caso, Piñera aseguró que la gran diferencia entre su programa y el de su contendora radica en la mujer, a quien dará mejor trato a través -entre otras medidas- de la jubilación a la dueña de casa.
Además, destacó que propone 12 mil carabineros más, en lugar de los seis mil que propone Bachelet, para «darle seguridad a la gente, que no siga viviendo con miedo».
Para la ex ministra de Defensa, lo que la separa de su rival es que ella pretende generar fuentes de trabajo sólidas y formales, así como introducir reformas relevantes al modelo previsional (de pensiones).
Los otros dos aspectos donde precisó que Piñera carecía de planteamientos fueron en el caso de los pueblos originarios y los temas de género, sobre los cuales tampoco abundó.
En los días previos al debate, la aspirante socialista presentó una propuesta que contenía 36 medidas para los primeros 100 días de su gobierno, a lo que su rival respondió con un plan de 120 para los primeros cuatro meses.
Sobre el plan de su rival, Piñera ironizó que a juzgar por los plazos las dos terceras partes de las propuestas presentadas por Bachelet bien pudiera cumplirlas el presidente Lagos antes de abandonar su cargo el próximo marzo.
Mientras, en el comando de campaña del oficialismo afirmaron que de las 120 propuestas de la derecha, más de la mitad habían sido «copiadas» del programa de gobierno presentado por su candidata.
Donde estuvo quizás la mayor diferencia, radicó en las respuestas de ambos sobre la situación en la zona con la elección de gobiernos de izquierda, como el de Evo Morales, en Bolivia, y la popularidad del líder nacionalista Ollanta Humala, en Perú.
«Yo estoy preocupado por lo que está pasando en América Latina. Noto una tendencia, una izquierdización y hay un populismo que puede producir problemas», comentó Piñera.
El candidato de la Alianza derechista subrayó que el próximo Presidente «va a tener que enfrentar esos problemas con mucha firmeza, con mucha prudencia, pero saber defender los intereses de Chile».
Bachelet, en cambio, resaltó que ella no estaba por «una teoría de la demonización de lo que está pasando en América Latina».
«Yo creo que acá no hay un eje del mal de ciertos gobiernos y un eje de los que pudieran ser democráticos», insistió la aspirante socialista, tras recalcar que buscará mantener relaciones de amistad y colaboración con todos los países de la región.
Reconociendo que iba detrás en las encuestas y que necesita una amplia mayoría de los indecisos para ganar, Piñera fue más agresivo en el debate, en un marcado esfuerzo por demostrar que sabía más y estaba mejor preparado que su rival para administrar el sistema.
Conocedora de sus debilidades (dificultad para desarrollar ideas e imprecisa en sus aseveraciones), Bachelet basó su presentación en una estrategia abiertamente defensiva y poco riesgosa, para evitar los errores garrafales cometidos a comienzo de campaña.
Con un desempeño bastante más seguro que en debates anteriores, aprovechó bien las oportunidades que le brindó Piñera para diferenciar sus estilos de liderazgo, aspectos fundamentales a lo que se ha reducido esta lucha por La Moneda.
Santiago de Chile, 5 de enero 2005
CróNICA Digital/PL , 0, 111, 3
