El conglomerado donde milita la presidenta Michelle Bachelet se enfrenta a dos grandes ofertas programáticas: las que encabezan la diputada Isabel Allende -hija de Salvador Allende- y el senador Camilo Escalona, una figura muy cercana a la actual gobernante.
Aunque hay otras apuestas, ellos son los dos aspirantes con posibilidades reales de ganar la mayoría del comité central -que es la instancia que escoge a la mesa- para dirigir el trabajo de la colectividad en los próximos dos años.
Si bien los dos respaldan al gobierno de la actual gobernante, entre ellos hay matices, que son los que han marcado el derrotero de una áspera campaña. Por ello es inevitable que los resultados entreguen una señal sobre cómo el PS se relacionará con La Moneda.
Más allá de quien ocupe la presidencia del partido que llevó a Allende a su histórico triunfo de 1970, las elecciones internas redibujarán el mapa tendencial, ya que las corrientes históricas que se han desarrollado a su interior, por primera vez están divididas.
Al hacer un análisis de la campaña interna del partido, el diputado de la Megatendencia, Carlos Ominami, que apoya la candidatura de Allende, considera absurdo haber puesto en discusión a quiénes son más leales que otros a Bachelet, como ha sido enfocado por Escalona.
«Es ridículo y abusivo plantear que si no ganamos vamos a ser oposición» a La Moneda, recalca el influyente congresista, quien fue uno de los primeros que puso en la discusión pública que era negativo ser incondicional al gobierno de la actual mandataria.
Sin embargo, subraya que al interior de la colectividad, el tema generó una situación complicada y «algunos» -dice- lo manejaron durante toda la campaña como una cuestión más destructiva que constructiva para enriquecer el debate.
En ese sentido, Ominami asegura que es indispensable que los partidos tengan una posición clara respecto a diversos temas -como permitir el aborto terapéutico y legislar sobre esa materia- y que éstos no necesariamente sean parte del programa del actual gobierno.
Según el senador, el PS es escuchado actualmente sólo en el ámbito de los derechos humanos, «lo que no es malo, pero también debería ser punto de referencia en materias de carácter social y económicas que son parte de la nueva agenda del gobierno».
«En resumen, creo que debemos ser más claros en cuanto a que los partidos puedan luchar por sus propios derechos y, al mismo tiempo, que éstos sean capaces de plantear otros temas, participando ampliamente en la discusión o de lo contrario cada día se debilitan más», sostuvo.
En el marco de este debate, Allende no ha dudado dejar en claro que el apoyo a Bachelet está por encima del PS y que «estamos todos porque le vaya bien a Chile, a la coalición y al propio socialismo», puntualizando -eso sí- que «la lealtad no puede ser incondicional».
Para Escalona, por su parte, el error metodológico que comete la lista de Allende es separar los conceptos de lealtad y fidelidad a los principios. «Con ello se comete una falta de proporciones pues ambos son conceptos complementarios», afirma.
«Por nuestra lealtad a nuestros principios socialistas, somos leales al Gobierno de Michelle Bachelet. Cuando yo apoyo al Gobierno no estoy haciendo dejación de mis principios, fundamentalmente por la naturaleza del programa de su Gobierno», insistió.
Dentro de los cuatro partidos de la coalición gobernante, el PS es el tercero en número de votantes. En los pasados comicios parlamentarios obtuvo el 10,5 por ciento en la elecciones de diputados, donde ganó 15 bancas, y el 12,07 del Senado, con 4 puestos.
Santiago de Chile 23 de abril 2006
Crónica Digital/PL , 0, 129, 3