En la visita, que se iniciará el martes luego de una breve escala en Asunción, Bachelet recibirá un doctorado Honoris Causa de la Universidad de Brasilia, visitará el congreso, el Supremo Tribunal de Justicia y tendrá un largo encuentro con su par Luis Inacio Lula da Silva.
Según funcionarios de gobierno, lo regional ocupará la mayor parte de la agenda, en sintonía con lo que dijo el canciller brasileño, Celso Amorim, en una reciente visita a Santiago: la relación Chile-Brasil «va más allá de lo bilateral».
Según el ministro del Exterior chileno, Alejandro Foxley, la visita buscará impulsar una alianza renovada con un país clave para la política regional chilena.
En la agenda de Bachelet con Lula, el conflicto por la reivindicación marítima boliviana y los resultados de las elecciones en Perú ocuparán un destacadísimo lugar, teniendo en cuenta la influencia del mandatario brasileño en ambos países.
Brasil es el principal inversionista extranjero en el país altiplánico y ha mostrado sumo interés en ayudar a encarrilar las negociaciones bilaterales con La Paz, mientras comparte expectativas con Chile en torno al gobierno que surja de los comicios peruanos.
El gobierno de Bachelet sigue con suma cautela la evolución del proceso electoral del vecino país, donde el tema de las relaciones con Chile ha estado en el centro de la campaña de los dos principales candidatos presidenciales, Ollanta Humala y Lourdes Flores.
La Moneda está preparada para enfrentar, cualquiera sea el ganador, un eventual endurecimiento de la diplomacia peruana hacia Chile en función del diferendo marítimo y las acusaciones de campaña por el armamentismo chileno.
Bachelet está consciente que una tensión entre Lima y Santiago complicaría proyectos claves brasileños como el de la Comunidad Sudamericana, por lo buscará que Brasilia vuelva a ejercer el rol oficioso que ha jugado en el pasado (2003 y 2005).
Para Brasil, la visita de Bachelet tendría un sentido más amplio de la agenda regional: la profundización de la Comunidad Sudamericana de Naciones, una de las prioridades de la diplomacia brasileña, así como un mayor comprometimiento de Chile al MERCOSUR.
También se abordarán la participación conjunta en la misión de paz en Haití, la Ronda comercial de Doha y el Grupo de los 20, la reforma al Consejo de Seguridad de la ONU (Chile apoya la aspiración brasileña de un asiento permanente) y los planes conjuntos contra el hambre y la pobreza.
Brasil tiene fronteras con Argentina, Bolivia y Perú, principales vecinos de Chile, mientras ocupa el tercer puesto como origen de sus importaciones y el sexto en las exportaciones, de ahí la importancia que Santiago concede a sus relaciones por el gigante sudamericano.
El gobierno chileno atribuye a Brasil un «factor moderador en el entorno», así como una gran «capacidad para influir como potencia regional y global», según ha explicado el canciller Foxley en sus intervenciones más recientes.
Por otra parte, Brasil ha sido clave en varios episodios conflictivos para Chile: En 2003, Lula da Silva sirvió de vaso comunicante entre Caracas y Santiago luego que el gobierno chileno tuvo un parpadeo en el fallido golpe militar contra el presidente Hugo Chávez.
Asimismo, cumplió un rol oficioso ante Perú en 2004 al resurgir el conflicto por la venta ilegal de armas chilenas a Ecuador y, el año pasado, cuando Lima fijó un nuevo límite marítimo.
Santiago de Chile, 8 de abril 2006
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