Correa, candidato del partido Alianza País, denunció en los últimos días las intenciones de la oligarquía, representada en los antiguos partidos políticos, de evitar a toda costa su triunfo en las elecciones realizadas ayer para forzarlo a otra ronda comicial.
Su discurso a favor de una revolución ciudadana, un modelo económico que privilegie lo social, contrario al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y partidario de la integración latinoamericana motivó alarma entre la añeja «partidocracia».
La reacción de la derecha fue de tal envergadura que los medios de prensa apuntaron en apenas una semana sus cámaras a favorecer un aumento en la intención de votos para el conservador Noboa, pese a que las encuestas daban a Correa como favorito.
El aspirante del PRIAN concentró su multimillonaria campaña en busca del voto de los ciudadanos más pobres con la entrega de donaciones, regalos y hasta dinero, y abogó por el libre comercio y la apertura desmedida al capital privado. También amenazó con romper relaciones con Cuba y Venezuela y se convirtió en la alternativa en contra del candidato de Alianza País y en bandera de una lucha por la permanencia del modelo neoliberal que busca sobrevivir en medio de una democracia en permanente riesgo.
La prensa local denunció la existencia de un acuerdo existente entre una facción social cristiana, liderada por el ex presidente León Febres Cordero, con Noboa para favorecer su victoria en noviembre a cambio de escaños en el Congreso.
«Ustedes saben que hemos vencido, el respaldo popular que recibimos en cada rincón de la patria, esa esperanza de Alianza País no lo podrá ocultar ninguna campaña sucia», resaltó Correa en rueda de prensa.
Destacó que algo ha cambiado para siempre en el país, pues con su triunfo la ciudadanía ha vencido, ha dicho «basta» y le ha dado la primera estocada a la «partidocracia», a la oligarquía y a los dueños del país.
El candidato alertó que «es hora unirnos, la patria está en juego, los mismos de siempre, derrochando millones y la dignidad de los ecuatorianos, quieren seguir dominándonos y eso no lo podemos permitir».
CANDIDATO DE LA IZQUIERDA
El economista Rafael Correa ofreció durante la campaña una «revolución ciudadana», y sostuvo que es «un hombre de izquierda, pero no de una izquierda marxista, sino una izquierda cristiana». En su discurso de cierre de campaña manifestó que «el pueblo tiene la oportunidad de castigar a la oligarquía y a los partidos» y señaló que una Asamblea Constituyente es el instrumento de un «cambio radical», pues «no queremos reformitas del sistema, sino un nuevo sistema».
Señaló que «proponemos un cambio radical del modelo económico basado en promover la producción, la generación de empleo productivo y la equidad en el sector social». Al mismo tiempo, aclaró que pertenece a un tipo de izquierda moderna que no se propone destruir empresas ni empleos. «Una izquierda humanista y cristiana que es mi fuente de pensamiento económico, político y social», agregó. A este respecto, puntualizó que «mi pensamiento se nutre de las Sagradas Escrituras y de la Doctrina Social de la Iglesia».
No oculta sus simpatías por el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y es considerado una expresión de la crítica a la política estadounidense. De hecho, ha reiterado que su postura dista mucho de alinearse con Washington y que no suscribirá el Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.
En el escenario internacional, ha dicho que tiene la idea de afianzar las relaciones con Cuba, Venezuela y Bolivia. También asegura que reforzaría el bloque latinoamericano de gobiernos de izquierda y que no renovará el convenio para la permanencia de la base militar norteamericana en Manta.
En su discurso de cierre de campaña, manifestó: «El nuevo día ha comenzado en que recuperemos la patria, en que juntos reconstruiremos esa patria libre, linda, solidaria, justa y sin más migración, patria altiva y soberana que todos soñamos y todos la merecemos».
Denunció que «la educación, la salud, la política social han sido destrozadas por un modelo insensato como es el neoliberalismo que ha todo quiso poner precio y a todo lo quiso convertir en mercancía, incluso a los derechos humanos, ya que por el contrario estos derechos son de todos y para todos».
Quito, 16 de octubre 2006
Crónica Digital
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