El juez Alejandro Solís deberá decidir en las próximas horas si acepta el sobreseimiento definitivo del ex gobernante, solicitado el pasado viernes por su defensa en la causa Villa Grimaldi, donde es acusado por 23 casos de torturas y 36 desaparecidos políticos.
Aunque ubicado en que los tiempos han cambiado -y el Poder Judicial también- el abogado Pablo Rodríguez volvió a recurrir al argumento de su salud mental, que tan buenos resultados le dio en el pasado, para evitar o prolongar o lo que parece una condena segura.
Para ello presentó al magistrado los primeros test practicados a Pinochet y que lo libró de los emblemáticos procesos de Caravana de la muerte (2002), uno de los operativos más sangrientos del régimen, y otras causas como Operación Colombo y Operación Cóndor.
Pero ante un notable cambio de escenario, tanto en el gobierno como en el Poder Judicial, todo indica que Solís negará la petición, y la defensa recurrirá a la Corte de Apelaciones en primera instancia, y de ahí hasta la Suprema, un proceso que puede extenderse hasta 2007.
El magistrado, que goza de un bien ganado prestigio en el mundo de los derechos humanos por la rapidez con que actúa, interrogó al nonagenario ex dictador en su guarida de La Dehesa el pasado día 18, luego que el máximo tribunal lo despojó de su inmunidad.
Según Solís, aunque aparentaba buen estado de salud, Pinochet apeló a su mala memoria y dijo no recordar nada de las prácticas de tortura y desapariciones políticas ocurridas en Villa Grimaldi, uno de los más siniestros centros de detención clandestina del régimen.
El centro operaba bajo la jefatura de la disuelta Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), un organismo dependiente de la Junta Militar de la que Pinochet era el jefe supremo.
Por este caso, que está subdividido en diversos episodios, el juez Solís dictó procesamientos y condenas contra el general (r) Manuel Contreras (ex jefe de la DINA) y los ex oficiales Miguel Krassnoff, Marcelo Morén Brito, Pedro Espinoza y Basklay Zapata, entre otros.
Enfrentado a decenas de proceso desde 1998, el ex dictador ha logrado evadir la justicia hasta ahora y aunque es altamente improbable de que vaya a la cárcel una sentencia judicial tendrá un alto significado moral e histórico.
Consciente de que ese es el rumbo del proceso por los delitos cometidos con los prisioneros en Villa Grimaldi, además de la reconocida celeridad con que actúa Solís, su defensa se juega la carta de sacar a Pinochet de la causa.
Esta vez, no obstante, el ex gobernante de facto y su defensa saben que los tiempos son distintos y las cortes corren en su contra. Una notable mayoría de los magistrados ya no lo respalda, como sí sucedió hasta hace poco.
Pero la estrategia de Rodríguez es ganar tiempo en los tribunales superiores para retardar al máximo la histórica sentencia, dado que nadie duda de que será condenado por los cuantiosos antecedentes que constan en su expediente.
En el proceso Caravana de la muerte, entre las resoluciones de ambas cortes, pasó un año, y algunos sostienen que en un año más Pinochet puede morir, con lo cual se iría a la tumba «invencible».
Santiago de Chile, 24 de octubre 2006
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