Aun cuando en lo público manifestan su respeto y satisfacción por las decisiones de la presidenta electa, las caras alegres escasearon entre socialistas (PS), radicales (PRSD) y pepedistas (PPD), considerados los más progresistas del conglomerado gobernante.
Las mesas directivas esperan la vuelta que viene -con los nombramientos de los gobernadores- para tener una perspectiva más global de cómo quedan sus posiciones en el gobierno, dominado hasta ahora por la democracia cristiana (DC).
El principal lamento dentro del PS luego de su resignación por su escaso peso político en el gabinete, es no haberse quedado con la intendencia de la Región Metropolitana, una que ha resultado esquiva para la colectividad durante las tres gobiernos de la Concertación.
A cambio, recibieron la de la Octava Región, que ni siquiera se encontraba dentro de sus principales prioridades, ya que sus segundas opciones iban por el lado de la Tercera, la Quinta o la Novena, donde en cuatro años más eligen senadores.
Otro de los puntos que los incomodan, según medios locales, es que Bachelet haya sustentado hasta ahora su criterio paritario restándole posibilidades a algunos de los candidatos hombres que ha postulado el partido.
Por lo anterior, esperan que el panorama se «arregle» con las gobernaciones. Aspiran a conseguir 15 o 16, dos de las cuales, dicen, debieran ser de Santiago, de donde proviene el mayor caudal de votos electorales.
En el PPD, en tanto, si bien el nombramiento de Víctor Barrueto en la Región Metropolitana es visto como un gesto hacia esa colectividad, no fue suficiente para compensarlos. El presidente del partido aspiraba a un puesto político en el gabinete ministerial.
Fuentes citadas por medios locales resaltan que existe total insatisfacción con la forma en que la futura gobernante se ha relacionado con ellos en el tema de los nombramientos, y la designación de Barrueto no es más que un «consuelo a medias».
Resaltan como otro elemento, que se haya sondeado antes para la Octava Región, lo que fue considerado como «ofensa», sobre todo cuando su aspiración era ser ministro y por eso «lo que menos podía aceptar» era la Metropolitana, para lo cual ellos tenían otro candidato.
En el radicalismo, si bien no salieron muy mal en la distribución de subsecretarías, reaccionaron con cautela. Ellos esperaban tres intendencias, pero dicen estar confiados en que las gobernaciones compensarán su escasa participación en las jefaturas regionales.
En la democracia cristiana, en tanto, claramente predominante en todos los niveles del próximo gobierno, la reacción ha sido más entusiasta, especialmente porque de los cupos que recibieron, cuatro son cercanos a la mesa directiva de esa colectividad.
Para ellos lo más destacado en la distribución de las intendencias fue el caso de Julieta Cruz, en la Tercera Región, jefa de gabinete del diputado y secretario general del partido, Jaime Mulet.
Bachelet debe anunciar en las próximas horas la designación de los 51 gobernadores, además de los directores de empresas y servicios públicos, así como cerca de 80 embajadores.
El gabinete nombrado está encabezado por Adolfo Zaldivar, ministro del Interior y segundo hombre del gobierno, el canciller Alejandro Foxley, un economista liberal considerado por el progresismo como muy pro-norteamericano, ambos conservadores democristianos.
El equipo económico, en tanto, estará dirigido por el ministro de Hacienda, Andrés Velazco, un profesor de Harvard sin partido que encabeza la Fundación Expansiva, un tanque pensante que promueve una especie de neoliberalismo «con rostro humano».
Por: Angel Pino R. El autor es periodista y corresponsal de Prnesa Layina en Chile.
Santiago de Chile, 3 de marzo de 2006
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