Bachelet, quien regresó la víspera a esta capital tras tres semanas de vacaciones en una apartada casa de descanso, se reunirá en la mañana con su designado ministro del Interior, Adolfo Zaldívar, para coordinar la agenda y trazar los lineamientos del traspaso.
Entre los principales aspectos a resolver con su futuro jefe de gabinete estará la definición de los 32 subsecretarios de Estado, 13 intendentes y 51 gobernadores, además de embajadores y directores de empresas públicas, que deberán ser anunciados a más tardar el 28 de febrero.
Sus ministros ya habían comenzado, a partir de sus designaciones a finales de enero, a imponerse en sus nuevos cargos.
Las administraciones del presidente Ricardo Lagos y Bachelet están coordinando temas comunes, como el debate por las tropas chilenas en Haití, y el proyecto minero de Pascua Lamas.
La solución de ambos conflictos, muy cuestionados por sectores políticos, ambientalistas y sociales, pasarán a formar parte de la pesada herencia que asume la futura gobernante, quien ha prometido un mayor acercamiento a sus vecinos regionales y una mayor defensa del medio ambiente.
El centro de operaciones de Bachelet en esta capital se encontraba prácticamente vacío en los últimos días, con excepción de un par de funcionarios, pero mañana llegarán todos sus asesores para afinar los detalles de la agenda que resta hasta el 11 de marzo próximo.
Fuentes de su entorno dijeron a la agencia de noticias Prensa Latina que la Presidenta electa sostendrá reuniones personales con nueve de sus 20 ministros, con quienes no alcanzó a conversar antes de sus vacaciones.
También deberá recibir en audiencia al presidente de la Corte Suprema, Enrique Tapia, una de las últimas autoridades que le hizo llegar la solicitud para entregarle sus saludos protocolares.
La designación de los subsecretarios de Estados, donde deberá conjugar caras nuevas y viejas, paridad entre hombres y mujeres y satisfacer la inquietud de los partidos políticos que la respaldaron y ahora se sienten relegados, será una de las tareas más difícil de Bachelet.
Las presiones más fuertes provienen de los partidos por la Democracia (PPD) y Radical Social Demócrata (PRSD), que se consideran los más golpeados en la selección de ministros, donde Bachelet dejó fuera a importantes figuras de la élite política.
El PPD aspira a la influyente subsecretaría del Interior, donde quieren colocar a René Jofré, en reemplazo de Felipe Harboe, actual subsecretario y también militante de esa agrupación, pero con un peso y trayectoria política muy inferior al primero.
El PRSD, con un solo militante dentro del gabinete, demanda ahora ser recompensado con un viceministerio político, mientras los demócratas cristianos, principal agrupación del gobierno, quieren la subsecretaría de Desarrollo Regional.
Dicho cargo, para el que tienen como aspirante a Enzo Pistacchio, tiene contacto con las municipalidades y maneja amplios recursos económicos, muy ventajoso para promover candidatos en las elecciones municipales y parlamentarias.
El Partido Socialista (PS), por su parte, apuesta por el ex embajador Marcelo Schilling para una subsecretaría en La Moneda, Ernesto Aguila para Educación y Carlos Portales o Gabriel Gaspar para la Cancillería.
En cuanto a embajadores, esfera donde se otorgan cerca de 80 cargos d! e tipo político, la puja es fuerte entre los cuatro partidos que componen la coalición gubernamental.
En el 2000 el nombramiento se regía por un código tácito. Una vez conformado el gabinete, el nuevo canciller y su subsecretario se reunían para evaluar el mapa internacional junto con el Mandatario, mientras los partidos hacían llegar listas con postulantes.
Pero Bachelet todo lo cambió. Hoy son pocos los que se aventuran a hacer pronósticos, aunque está claro que en todas las agrupaciones la lista de espera es larga.
Santiago de Chile, 21 de febrero 2006
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