HAITÍ: LA REBELIÓN DE LOS POBRES

El mecanismo utilizado fue distribuir entre los candidatos presidenciales proporcionalmente los votos en blanco y nulos para que así se produjese la mayoría absoluta, en acuerdo con el primer ministro interino, Gérard Latortue. Poco antes, Brasil -a través del asesor de asuntos internacionales del presidente Lula da Silva, Marco Aurelio García- había propuesto que las fuerzas políticas haitianas llegasen a un acuerdo para proclamar la victoria de Preval, conjurando de esta manera la posibilidad de un desbordamiento popular que se veía inminente.

La exigencia popular de la proclamación de Preval comenzó a hacerse primero por la demora en la entrega de los resultados de la elección presidencial efectuada el 7 de febrero y crecieron al divulgarse escrutinios que no le reconocían la mayoría absoluta, motivo por el cual -de acuerdo con las disposiciones electorales haitianas- debía convocarse a una segunda vuelta entre los dos candidatos más votados. Preval, en sus primeras declaraciones públicas, denunció la existencia de un “fraude masivo”, pidiendo a sus partidarios continuar con las manifestaciones callejeras evitando actos de violencia. “Seamos inteligentes en nuestra estrategia -subrayó- , porque todo el mundo nos está viendo” y se quiere “ensuciar nuestra imagen”(15/2/06).

La indignación popular se transformó en incontenible cuando un canal televisivo divulgó escenas de personas extrayendo de basurales inmumerables papeletas de votación con preferencias para Preval. El portavoz de la misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (Minustah), David Wimhurst, no descartó que en el curso del acto electoral se pudieron extraviar muchas urnas con sufragios. A su turno, el presidente del CEP, Max Mathurin, responsabilizó a la Minustah por lo sucedido, dado que la misión era la encargada de garantizar la seguridad durante el acto electoral y posteriormente participar en el transporte de los votos. En cambio, el jefe de la Minustah, Juan Gabriel Valdés, calificó las acusaciones de fraude como absurdas, aunque reconoció la existencia de irregularidades a revisar y que al hacerlo “posiblemente -señaló explícitamente- darían al señor Preval la mayoría absoluta” (16/02/06). La conducta de la Misión de las NN.UU. aparecía cuestionada.

La situación se hizo más tensa al admitir en un comunicado la empresa Boncar Pest Control que condujo cajas conteniendo votos al vertedero de basuras en Thuitier, dejando establecido que tiene un contrato para cumplir este trabajo con la Minustah. La compañía, se expresó en el comunicado “no ha hecho más que respetar su contrato con la Minustah para recoger, llevar y descargar basura en Thuitier” (16/2/06).

El obtener la resolución del CEP que permitió la proclamación de Preval no fue sin dificultades. El largo recuento de votos sin darse a conocer un resultado definitivo que tenía Haití al borde del estallido social se comenzó a destrabar -relató el diario argentino Clarín- en una reunión efectuada entre el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, Juan Gabriel Valdés y René Preval, en la cual el dirigente haitiano propuso que en el recuento final no se contabilizaran los votos blancos y nulos. De esa manera obtendría más del 50% de los sufragios requeridos para ser proclamado. El segundo candidato más votado Leslie Maginat (que aparecía en la información oficial con sólo un 11,47% de las preferencias contra el 48% de Preval) rechazó la propuesta que le presentaron Insulza y Valdés.

Detrás del rechazo de Maginat -expresando la correlación de fuerzas existente- relata Clarín, estaban los “empresarios y organizaciones claves en la caída de Aristide”, derrocado por un golpe de Estado promovido por la Casa Blanca, “un acuerdo de candidatos ligados al establishment que se prometieron un apoyo recíproco en la segunda vuelta” e “indirectamente Francia que tiene su histórico encono con Preval y todo lo que huela a Aristide” (18/02/06). Frente a este rechazo la presión se traslado al CEP “formado -detalla Clarín- por nueve miembros y un director general, todos ellos representantes de los empresarios y del establishment”, los cuales debían responder a la demanda popular, a la del gobierno haitiano que quería anunciar el triunfo de Preval “dentro de la legalidad”, a la búsqueda de una salida propiciada por Insulza y Valdés y a “la comunidad internacional, en particular Brasil”. El CEP recurrió al denominado sistema belga, los votos nulos y blancos se distribuyen entre todos los candidatos. Así, se reconocía la aplastante victoria de Preval y se evitaba la segunda vuelta, cuya concreción se veía como improbable ante el virtual levantamiento popular.

El balance de la intervención entrega un claro saldo en contra. “Dos años después (del golpe que desplazó a Aristide) -señaló Alvaro Vargas Llosa-, el balance es inequívocamente negativo, en gran parte porque el Consejo de Seguridad (de las Naciones Unidas) nunca quiso que esta misión actuara como gobierno. Por tanto, ni los militares y tampoco los policías tuvieron capacidad para impedir la violencia (1.500 personas han sido asesinadas, hay diez secuestros diarios en promedio y el jefe militar, el brasileño Urano Bacellar, acabó suicidándose), ni la parte civil se hizo responsable de la administración interna del Estado. Por cierto, esto no quiere decir necesariamente que fuese deseable una presencia militar mucho mayor y una gestión directa de la ONU en la administración del Estado haitiano, pues todo ello podría haber provocado una ira aún mayor de la población. La misión tenía un encargo envenenado y se envenenó” (19/02/06).

Es la realidad que Ricardo Lagos y su equipo de gobierno no quisieran nunca reconocer, enviando tropas a Haití desde el momento del golpe “para mostrar su espíritu de colaboración con Estados Unidos, cuyo gobierno estaba ansioso de evitar -dice Vargas Llosa- que la misión fuera percibida como un brazo armado de Washington”. “Chile -destaca, en cambio, Ricardo Lagos- fue el primer país latinoamericano en responder al llamado del Consejo de Seguridad… Lo hemos hecho -agregó- como un deber en pro de la mejor convivencia internacional y porque nos importa fortalecer el multilateralismo, especialmente en un mundo donde la globalización se expande como un hecho ineludible. Esa globalización no la queremos sin reglas -concluyó- porque si ello ocurre, las reglas las impondrá el más fuerte” (19/02/06). Inicialmente, la intervención fue efectuada con efectivos de Canadá, Francia, EE.UU. y Chile. Los tres primeros países retiraron rápidamente a sus dotaciones, quedando una fuerza militar integrada básicamente por batallones de países latinoamericanos. Luego de las elecciones se anunció el retiro de España, el último país europeo presente, y de las fuerzas marroquíes. ¿Derrocar un gobierno, establecer una virtual fuerza de ocupación, es una demostración de “multilaterismo” o de las imposiciones del más fuerte?

En un acto electoral que busca ser democrático deben expresarse las mayorías y en Haití un elevadísimo porcentaje de la población viven en la pobreza. No existen estadísticas oficiales de la población en esta situación. El Banco Mundial, en un documento publicado en el curso de febrero, la cifró entre un 73% a 83% de los habitantes, mayoritariamente de raza negra descendientes de africanos. Su ingreso por persona figura en el lugar 193 en un listado de 232 países. En América Latina es el país con un mayor índice de pobreza. La población analfabeta es de más o menos un 47% del total. Fue esta masa poblacional protagonista fundamental de los acontecimientos que dieron el triunfo a Preval.

El Canciller chileno Ignacio Walker frente al debate producido en el país, sobre el retiro o no de las tropas chilenas desplegadas en Haití manifestó que su mantención forma parte de un compromiso adquirido en el concierto internacional. “Hay que globalizar la solidaridad -añadió- y hay que permanecer el tiempo que sea necesario” (16/02/06). Los hechos producidos conducen a hacerse la pregunta que con quién se manifiesta la solidaridad, cuando la mayoría de los haitianos está en contra de la presencia de las fuerzas de las NN.UU.

“Es erróneo insistir -comentó el diario trasandino Página 12- que el despliegue latinoamericano en Haití (como se acostumbra decir en el país) fue el resultado concertado y autónomo de los países del área. La Argentina, Brasil y Chile- agregó la publicación- se integraron a una “coalición”…zonal instrumentada por Estados Unidos, Haití, es, en el plano regional lo que sido otros esfuerzos de “coaliciones de voluntarios” como Irak y Afganistán, Washington determina el objetivo -subrayó Página 12- y luego invita y moviliza al consorcio de países participantes en una acción militar. La ansiedad de “hacer algo” por Haití condujo a varios países de Latinoamérica a emprender una intervención diplomática y militar mal concebida en su origen, pobremente implantada en ejecución y carente de propósitos políticos rigurosos y mensurables”.

Una intervención de esta naturaleza no podía conducir a reducir los problemas estructurales de Haití. El acto electoral evidenció el descontento de la población. Preval en el curso de la campaña electoral prometió crear empleos, mejorar la educación, combatir las desigualdades , objetivos todos ellos muy sentidos. Avanzar en esa dirección constituye un gran desafío. “Hay una enorme criminalidad -sostiene Philip Brenner, de la American University- porque hay demasiada gente que no tiene comida. Lo más urgente -enfatizó- es alimentar a la población” (13/02/06).

El país se redujo económicamente en las décadas anteriores. En los setenta, de acuerdo a estadísticas del Banco Mundial, se expandió a una tasa promedio de 2,3% para contraerse en los ochenta a un ritmo de 2,4% anual y volver a descender en los noventa en un 2,6% promedio. En 2005 creció 1,5%, luego de descender en 2004 en un 3,8%. Su participación porcentual en las economías regional y mundial se redujo sostenidamente.

Los acontecimientos de Haití, con todas sus particularidades y complejidades, es otro ejemplo de los nuevos aires que recorren la región. Los haitianos terminaron eligiendo un gobierno que los representa. La comunidad internacional debe darles un respaldo real.

Por. Hugo Fazio. El autor es economista y ecadémico chileno.Director del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo. Colaborador de Crónica Digital.

Santiago de Chile, 2 de marzo 2006
Crónica Digital

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Ella es un prócer de la sociedad civil de nuestros tiempos, Gladys nos acompaña con su ejemplo y visión integradora. Durante esta semana, Vicky Quevedo otra gran mujer de nuestro país conductora del programa Foro Ciudadano, me preguntaba cual era a mi entender el papel de la sociedad civil en materia de discapacidad y derechos humanos. Mi respuesta fue que es la sociedad civil la que exige, dicta las pautas y los lineamientos que luego se estudian y se transforman en leyes. Si pudiéramos imaginar una línea de montaje, las organizaciones de la sociedad civil se encuentra al inicio de esta, aportando la materia prima, el producto del conocimiento, del sentir y actuar del pueblo. Todas las transformaciones sociales han representado luchas en las calles, sorteando mil y una dificultades aparentemente «imposibles» de superar. Un ejemplo es la actual ley 19.284 promulgada en 1994 y que busca la plena integración de todas las personas con discapacidad y sus familias en Chile. Dicha ley fue presentada e impulsada como anteproyecto por la Fundación Nacional de Discapacitados en plena dictadura militar el año 1988 (sin respuesta) y luego en 1990 cuando esta organización social se constituía como un fuerte movimiento parte de la conciencia ciudadana. En este contexto la sociedad civil, el primer sector, sigue avanzando. En nuestros tiempos surgen nuevos líderes espontáneos que están jugándose la vida por el prójimo, el marginado y el dolido. En Argentina, Chile, Perú, Bolivia y Cuba, la reivindicación de los derechos se adelanta a los discursos con acciones concretas que llaman cada vez más la atención. Una verdadera revolución es la que llevan a cabo cientos de líderes sociales en América Latina, no siempre desde los partidos políticos tradicionales, pero con la convicción aguerrida de arquetipos de lucha, sudor y pueblo. Surgen nuevos partidos políticos, el partido de los enfermos y de los discapacitados, para obtener auténticos candidatos y representantes en los parlamentos. Los gobiernos de Latinoamérica deberán estar compuestos por líderes de la sociedad civil, por los hijos de la tierra que son fiel espejo de las demandas. La única forma de lograr autoridades empáticas será dándoles el voto a estos líderes sociales que gastan la suela de sus zapatos poniendo sobre el tapete los temas y peticiones de los sectores históricamente olvidados. Los gobiernos tienden a la justificación, incluso a la autoalabanza. Han de sentir la presión de la sociedad civil articulada, han de sentir que su acción – o su inactividad, en muchos casos- esta siendo vigilada y si es preciso denunciada en el concierto internacional. Los gobiernos tendrán que llevar el tema de la discapacidad al primer lugar de la agenda política. La sociedad civil internacional conoce, sabe y está conciente de los atropellos a los derechos humanos que se cometen diariamente en Chile contra millones de personas con discapacidad y sus familias (más de 8 millones de ciudadanos). Se sabe la falta de salud en los hospitales y la ignorancia que transforma cada vez a más niños, jóvenes y adultos, […]

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